Siguiendo la pendiente, claro está, acaban culpando a los pedagogos, como si la pedagogía fuese cometido sólo de éstos. A esa cruzada anti se suman intelectuales, literatos y profesantes de los que cabría esperar análisis más finos y rigurosos.Se les nota heridos, en retirada, con el rabo entre las piernas. Han causado un gran desastre y tienen una mala conciencia irreparable. Qué ofrecen en su defensa. Adjetivos. Hay que recorrer ese texto escrito por universitarios para comprender sin mayor dificultad de qué hablamos cuando hablamos de pedagogos. Adjetivos. Léase.
Ah, también ofrecen argumentos de autoridad, es decir, nombres de hombres (Dewey, Ortega, Luzuriaga, Freinet, Freire, Montessori, Piaget, Giner de los Ríos, Delors, Bourdieu, Mayor Zaragoza, Bernstein. Bruner, Marta Mata, Vigotski...) nombres de instituciones (UNESCO, la UE, la OCDE o el Banco Mundial) y hasta el de un fusilado (Ferrer i Guardia, fue fusilado por su pedagogía -sic-), pero eso está al alcance de cualquiera. Nada más, ni un argumento razonable.
Y encima me perdonan la vida:
Podemos entenderles porque su posición ha sido estudiada por la investigación educativa.Mientras, los pobres chicos que salen de las facultades con pocas posiblidades de encontrar un buen trabajo, y saben lo que les espera con el nuevo master para ser profesor, se agolpan en barracones para hacer por última vez el viejo CAP. Dicen los defensores del master (el nuevo master dedicará el 40% a la didáctica de la materia concreta que se vaya a enseñar. Al menos otro 25% será prácticas en un instituto y el resto, de formación en pedagogía, psicología y sociología.), para justificarse, que sí, que los profesores deben dominar bien su materia, pero que hay otros problemas que no dominan: transmitirla, conocer herramientas necesarias para manejar una clase, atender las dificultades de sus alumnos o tratar a las familias, por ejemplo. Qué hombre nitzcheano de 20 o 21 años será capaz al asumir tales faenas de no enfermar ante la presión de una sociedad enferma.
Profesante. Quizá quieren que me dirija a su facultad de pedagogía, caminando de rodillas y les ofrezca heridas, nagulladuras y sangre por no haber sido tan diligente a la hora de atender sus consejas.
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