jueves, 22 de enero de 2009

En contra del profesor funcionario

Es difícil saber si la labor del profesor en clase fructifica. Desde luego, los frutos no son inmediatos. El trabajo del profesor es ingrato. No puede asumir la cercanía del padre, tampoco la lejanía y distancia de un funcionario del estado que resuelve trámites. Encontrar el equilibrio requiere años de experiencia. Sin embargo, a los profesores les gustaría ver de inmediato los efectos de su trabajo. De vez en cuando, uno encuentra a un antiguo alumno y ve la recompensa. A algunos les puede la impaciencia y utilizan tácticas de aproximación a los alumnos, saltando la necesaria distancia. Confunden el afecto o la admiración con el cambio o la maduración de los alumnos. Otros aplican una distancia arcaica, imposible, fuera de época. Todo el proceso ha sido contaminado por la atmósfera -leyes y pedagogía- educativa destilada en los últimos años, donde la labor del profesor ha sido minorada por otras mediaciones que han alterado la relación clásica profesor/alumno y retrasado la maduración del alumno. Eso ha producido frustración. Han terminado por convertir al profesor en funcionario o como ahora quiere el Departament d'Ensanyament, en personal laboral de la Generalitat.

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