miércoles, 21 de octubre de 2009

Sueño de una mañana en bici bajo la lluvia

Sueño con una ciudad desmaquinizada, en que, al modo de la Grecia helena, todo está al final de un pequeño paseo. Sueño que los alumnos y el profesor llegan a clase en bici o andando, todo lo más en esos autobuses silenciosos movidos por electricidad, bajo el sol o bajo la lluvia, con el dinamismo que permite la conciencia del propio movimiento, abiertos al mundo, perplejos ante los cambios atmósféricos, dispuestos a entrar en un espacio de mutuo reconocimiento, donde ambos, alumnos y profesor, aprenden cosas al mismo tiempo, al modo socrático, donde el conocimiento surge del cruce de miradas y palabras, donde nadie está quieto. Sueño con una escuela donde los alumnos no están sentados, derramados en sus mesas, prolongando el sueño incompleto de noches demasiado cortas. Sueño con alumnos conectados al mundo, con los ojos como platos ante los hechos que se suceden o se recrean ante ellos, con la boca del profesor pegada a su oído, señalando, descartando, sugiriendo. Sueño con alumnos deseosos de que la mañana comience y no con alunmos estimulados con dinero, o con otros estupefacientes, para que asistan a clase.

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