jueves, 3 de diciembre de 2009

Ningún sistema educativo puede ser mejor que sus profesores.

Hablan en la Fundación Santillana de la profesión docente. Dice Fernández Enguita, catedrático de Salamanca, que ya está bien de ese discurso catastrofista de una parte del profesorado, que no responde a la realidad. ¿En qué consiste ese animalejo llamado discurso catastrofista? Dice el catedrático que desde el profesorado se reclaman más recursos, pero luego hay enormes resistencias entre los docentes a ser evaluados. ¿Cómo lo sabe, nos lo ha preguntado, han preguntado alguna vez a los profesores qué pensamos sobre cualquier asunto relacionado con la enseñanza? Las grandes chácharas, los grandes informes, por no hablar de las leyes, siempre se hacen sin contar con los profes, cuando no en en contra de los profes. Porque según él, lo cuenta el periódico, el trabajo docente se ha complicado enormemente en la sociedad del conocimiento: el exceso de información provoca menor atención a lo importante, al conocimiento, que es lo que debe transmitir un profesor que ya no tiene el monopolio del conocimiento, sino que debe competir con muchas otras fuentes. Todo eso está muy bien, y hasta es posible que sea cierto, pero me da que este buen señor no se ha pasado por un aula de secundaria desde que aprobó el bachillerato. ¿Cree él que ese, el del conocimiento, es el problema de las aulas? Me parece a mí que ese es el gran tópico que están forjando todos eso merodeadores de la enseñanza, que viven a cuenta de dietas y congresos y engordan su curriculum con informes que luego sirven para cavar la fosa entrre las leyes educativas y la realidad. Porque yo diría, más bien, con Andreas Schleicher, el jefe del informe PISA,
Ningún sistema educativo puede ser mejor que sus profesores.

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