Este artículo de José Manuel Sánchez Ron:
Exportamos personas en cuya formación España ha gastado cuantiosas sumas y puesto esperanzas: la esperanza de un futuro mejor, más próspero. Vivimos durante unas décadas prosperando; una vieja nación que retomaba con energía su camino tras casi medio siglo retrasada. Retrasada en lo político, pero también en aquello que más contribuyó a configurar el siglo XX: la ciencia y la tecnología. (...)
Lo que hay que hacer es evitar que los Cirac, Barbacid, Izpisúa u otros, emigren cuando aún han producido poco; recuperarlos cuando hace tiempo que se han establecido es mucho menos interesante, aunque ayude. Me acuerdo, en este sentido, de algo que Severo Ochoa repitió con frecuencia cuando regresó definitivamente a España: "He vuelto porque en Estados Unidos no quieren a los viejos". Se refería, claro está, al mundo de la investigación científica. Y creo que entendía que ya podía aportar poco y que tenía que dejar su lugar a otros más jóvenes.
De Watson es la siguiente cita, [Prohibido aburrirse (y aburrir)]: "Cuanto mayor sea el científico que elijas para dirigirte la tesis doctoral, más probabilidad habrá de que te veas trabajando en un tema que tuvo sus mejores días hace mucho, tal vez antes de que nacieras. Hasta los cie ntíficos maduros que aún conservan todas sus luces suelen empeñarse en poner más ladrillos sobre una construcción que ya tiene suficientes estancias".
Si todo sigue igual, muchos de nuestros jóvenes más capaces terminarán sino en el paro, frustrados, limitados o contribuyendo permanentemente a la ciencia de otros países. Ya sé que así se contribuye, finalmente, al acerbo científico común de la humanidad, pero egoísta como soy para con mi patria, querría que este fuese un hogar más propicio para la ciencia y, aún más, para sus jóvenes. Si a esta nueva emigración -forzosa también- se le llama "globalización", entonces: ¡maldita globalización!Por otro lado, 2500 científicos denuncian en una carta pública que
"Estamos ante un peligro real de perder varias generaciones de investigadores, que han sido una de las bases del crecimiento de la producción científica en los últimos años".Las plazas para titulares en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) han ido cayendo consecutivamente en los últimos años, de modo que se ha pasado de 250 en 2007; a 202 en 2008; a 50 en 2009 y 26 en 2010.
Y esta carta,
Joan Guinovart, presidente de la Confederación de Sociedades Científicas de España, ha declarado que "la ciencia española está enferma y malnutrida".
La causa de que en España se invierta poco en ciencia está en la propia estructura económica de nuestro país. Las empresas carecen de margen suficiente para abrir líneas de investigación debido a la rigidez del mercado laboral, la escasez de créditos y la baja productividad. Los empresarios están ante la tesitura de dirigir sus esfuerzos a corto plazo, aprovechando una coyuntura favorable antes de que una etapa económica en recesión como la actual los aboque a una situación de riesgo extremo.
Por otra parte, la investigación en la Universidad adolece de rigidez burocrática y de subordinación a las directrices del poder político, que coartan la maduración de buenos científicos. Estos tampoco pueden sacar provecho de nuestro mal sistema educativo, donde prima la mediocridad característica de la estructura endogámica universitaria.
Por tanto, los problemas vienen no solamente del dinero, sino de las características viciadas del sistema. MANUEL CAÑEDO - Madrid - 21/02/2011
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