miércoles, 26 de octubre de 2011

Cataluña maquilló el resultado del examen de PISA

Hay algo peor que los feos datos de la realidad, envolverlos en una imagen bonita y falsa.

Cataluña, que en la prueba PISA de 2009 mejoró sus resultados anteriores hasta igualar la media de la OCDE y superar la nota obtenida por sus compañeros del resto de España, maquilló la muestra de alumnado más allá de lo que estipula la OCDE, de forma que infrarrepresentó a los escolares inmigrantes y repetidores de la comunidad. La Generalitat excluyó de las pruebas al 5,95%, casi un punto porcentual más del máximo estipulado por la OCDE. La mayoría de los descartados formaba parte de los colectivos más susceptibles de obtener peores resultados.

En los exámenes también se infrarrepresentó en casi dos terceras partes al alumnado inmigrante respecto a la realidad educativa catalana: de los 17,5% estudiantes extranjeros, la muestra PISA recogió solo el 11,2%. Finalmente, la muestra recogió a más alumnado de 4º de ESO del que realmente hay de 15 años en las aulas: la muestra seleccionó una proporción del 76,7% frente al 63,5% real por las repeticiones.
Estas desviaciones ya se produjeron en 2006 pero en magnitudes mucho menores -se recogió solo el 9,5% de inmigrantes frente al 11,9% existente en las aulas y al 69,8% de alumnos de 4º frente al 62,4% real-.

Pero la caída de estudiantes evaluados no tiene parangón: Cataluña eligió a 1.516 y 1.527 alumnos en las pruebas PISA de 2003 y 2006, respectivamente, para tener en cuenta sus resultados y calcular las medias. En 2009, fueron 1.381. "Esta diferencia despertó nuestras sospechas", reveló ayer Ferrer. Las variables apuntan a que Cataluña excluyó del examen directamente a alumnos inmigrantes y repetidores susceptibles de obtener peores resultados. El estudio, sin embargo, lamenta no disponer de suficientes datos para demostrarlo. La mayoría de países e incluso otras comunidades autónomas -como Murcia, refleja el estudio- juegan con estos ajustes estadísticos para perfilar una mejor nota media. "Pero el caso catalán es demasiado elevado", señala Ferrer. "La euforia que se generó por la mejora de los resultados PISA ahora debe cuestionarse", advierte.

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