"Llevo ya tantos años dando clase, presuntamente, que salvo naves en llamas más allá de Orión y rayos C brillando en la oscuridad cerca de la puerta de Tanhauser, he visto de todo, cosas que no creeríais. En relación con el título, por caso, he tenido en mi mano, sin dar crédito, un informe pedagógico en el que la palabra docente se alternaba, casi barajaba, con discente, para evitar la repetición, ya que quedaba claro por el contexto que el autor/a del documento, como rimbombantemente se denominan tales escritos, las consideraba sinónimas. He visto desaparecer el término maestro –a mí me gusta aún más pronunciado a la antigua usanza, maistro-, devaluado en progresivas degradaciones, aunque bien es cierto que a la vez periclitaba también el concepto de discípulo, hasta caer en profesional de la enseñanza en el que nos encontramos, que ya es el colmo. Y se quedan tan oreados los que con orgullo así se autocalifican. He oído, naturalmente, cosas que no os podéis ni imaginar, y no sólo por parte del alumnado, que también, como apostillaría Ferlosio. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia o palabras en el aula, pero la corrupción del lenguaje, como tantos han advertido a lo largo de la historia, nos llevará a la ruina. Y si no, al tiempo".
lunes, 13 de febrero de 2012
De la dificultad de aprender, y enseñar, a ser libres
Escribe Fermín Herrero, profesor, poeta (Norte de Castilla, 28.01.2012):
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