Este artículo, ¡Es la educación, estúpidos!, de Alicia Delibes en El Mundo (05.06.2012):
"NO ES FÁCIL establecer con claridad la relación entre el sistema educativo de un país y su situación económica, pero en estos momentos se observan algunos datos que hablan por sí solos. Portugal, Italia, Grecia y España son los países de la UE que sistemáticamente se disputan los últimos puestos del ranking de la evaluación PISA y, curiosamente, son también los peor colocados en desempleo de sus jóvenes. Frente a una tasa media del 22,6% de paro juvenil en el conjunto de la Unión, Italia presenta un 35,9%, Portugal un 36,1% y España y Grecia superan el 50%. Otro dato interesante: sólo tres países de la UE tienen menos del 10% de la población menor de 25 años en paro. Son Alemania, Austria y Holanda, que precisamente tienen un sistema de enseñanza secundaria obligatoria distinto al de la mayoría de los restantes países europeos. (...)
EEUU FUE el país occidental que antes alargó hasta los 16 años la escolarización obligatoria y decidió hacerlo de la forma más sencilla. Todos los niños, al terminar la primaria, cursarían las mismas enseñazas y de ellos se esperaría que alcanzaran los mismos resultados. Ya en 1954, Hannah Arendt, que vivía en EEUU desde su exilio en los años 30, en un artículo titulado La crisis de la educación, anunciaba el desastre que supondría para Occidente que ese modelo norteamericano se extendiera a Europa. Un modelo que, según ella, se había construido sobre la base de unos principios pedagógicos y políticos que no sólo habían terminado con el sentido que tradicionalmente tenía la enseñanza media, sino que, además, habían llevado a la pérdida de la autoridad del profesor, a la desaparición de la disciplina en las aulas y al desinterés por la adquisición y transmisión de conocimientos.
Para la filósofa alemana esa obsesión por la uniformidad de los programas de enseñanza media tenía que ver con el particular concepto que los norteamericanos tenían de la igualdad. En su opinión, cuando los demócratas norteamericanos hablaban de igualdad, pretendían ir más allá de la igualdad ante la ley y de la igualdad de oportunidades: soñaban con alcanzar una igualdad intelectual. Arendt creía que la cantidad de prejuicios que habían cristalizado en el establishment educativo norteamericano impediría recuperar la sensatez y haría de la crisis educativa un auténtico desastre nacional. Al mismo tiempo alertaba del peligro de que el virus de ese igualitarismo pedagógico se extendiera a todo el mundo occidental".
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