lunes, 31 de diciembre de 2012

Las dos cosas que hace la universidad


ÁNGEL CABRERA, 45 años, ingeniero de telecomunicaciones por la Politécnica de Madrid, Doctor en Psicología por el Instituto Tecnológico de Georgia, Rector de la Universidad George Mason:

"España es un país que no tiene un peso económico descomunal, pero que posee tres escuelas de negocios [Iese, Instituto de Empresa y Esade] que están siempre en los ránkings de las mejores del mundo. ¿Por qué? Porque están al margen del sistema público de universidades, sin las limitaciones de la universidad pública, y con mucha competencia entre ellas. Así que, en las áreas donde ha habido competencia y diversidad, y el Gobierno no ha regulado demasiado, España ha brillado.
La universidad hace dos cosas. Una es aumentar la productividad, dar educación a la población. Ésa es la parte que España ha hecho bien, porque ha aumentado en una generación el número de gente con formación. La otra cosa sólo la logran las universidades de élite: atraer el mejor talento del mundo, generar ideas, investigación, acelerar el proceso de creación de nuevas empresas… Para eso no vale tener universidades decentes, sino universidades muy buenas. Y ahí fallamos. Para ser una economía competitiva, España necesita dos, tres, cuatro universidades reconocidas internacionalmente. Los datos lo demuestran. En George Mason hemos comparado el ranking de Shanghai de las 200 mejores universidades del mundo, donde no hay ni una española, con la población de cada país y del Índice de Competitividad del Foro Económico Mundial de Davos. La correlación es brutal. Nos la estamos jugando.
Para llegar a presidente de la Complutense, por ejemplo, tienes que ganar una elección en la que votan los alumnos, los empleados y, sobre todo, los profesores, que son los que más votos tienen. De modo que al final te eligen tus colegas. Eso se hizo así porque veníamos de 40 años de franquismo en los que la universidad no tenía independencia académica, pero es una democracia mal entendida, porque los empleados eligen al jefe. El rector de la Complutense no va a tomar decisiones que molesten a quienes le han votado. A mí me ha elegido un consejo de 16 ciudadanos de Virginia, nombrados por el gobernador del estado
Es un trabajo por el que no cobran, pero que es socialmente muy prestigioso. Yo me reúno con ellos seis veces al año y, si no les gusta lo que hago, me echan. A cambio, tengo autonomía para seleccionar al profesorado. Les pago lo que ellos y yo pactemos. Algunos profesores ganan 300.000 dólares [230.000 euros] brutos anuales; otros, 50.000 dólares [38.000 euros]. Y ésta es una universidad pública.
Si Einstein estuviera vivo y dijera «quiero trabajar en tal ciudad española», la universidad pública de esa ciudad no podría contratarle. «Es que usted es americano», «es que usted no tiene el doctorado convalidado»… Y, si al final lo ficharan, vendría el «es que sólo le puedo pagar 70.000 euros». No hay autonomía, hay exceso de regulación y no hay asunción de responsabilidades. El contribuyente paga, pero no puede pedir cuentas a la universidad. El sistema no es perfecto en EEUU, pero es mucho mejor
Se ha realizado un cambio en el contrato social sin debate público. La educación superior ha dejado de ser un bien público para ser un bien privado. También en España, aunque a un nivel infinitesimal. Hace una década, si ibas a una universidad pública en EEUU, el estado iba a cubrir la mayor parte del coste de tu educación. Ahora corre de tu cuenta. El dinero por alumno que nos da el estado ha caído a menos de la mitad en términos reales. Consecuencia: la matrícula es el doble, pese a que nuestros costes por estudiante sólo han aumentado un 6%.
Todos conocen al fontanero del barrio que gana mucho dinero, pero donde se genera empleo de verdad es en sectores que exigen al trabajador valor añadido, y esos empleos requieren estudios. ¿Quién tiene un buen trabajo, el que a uno le gustaría que tuvieran sus hijos: bien pagado, estable, con prestaciones extrasalariales, una buena perspectiva de jubilación…? Lo tiene quien tiene educación. Y esa tendencia se refuerza cada día. Tener un título universitario no te garantiza ese buen trabajo, pero aumenta tus posibilidades una barbaridad. Y eso también implica que uno no acabe nunca su educación".

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