Conformismo

Es curioso cómo la escuela, los institutos, al menos los catalanes, que son los que conozco, pueden vivir al margen de la actualidad. Corrompidos por años de batallas menores, que sólo afectan a los aledaños de la vida, patrias y naciones o memorias del pasado desenterrado o conflictos en países lejanos, han perdido -si alguna vez lo tuvieron- el pulso moral que habría de despertar la indignación por el horror del día, por la exhibición del mal, por lo que ocurre delante de sus ojos. Y no me refiero a los alumnos sino a la autoridad educativa y a los profesores conformistas, cobardes, a gusto con la mentira o la deformación de lo real.