martes, 4 de noviembre de 2008
La escuela privada gana la partida
La razón aducida para que los padres no puedan decidir en qué idioma han de ser escolarizados sus hijos -la inmersión linguística- ha sido la de no dividir Cataluña en dos comunidades separadas. Es un argumento razonable, si fuera cierto. La progresiva financiación de las escuelas privadas a través de la concertación y el consiguente desvalimiento de la escuela pública, hacen trizas dicho argumento. El debate en torno a la lengua oculta la segregación social. La separación entre escuelas privadas y públicas, entre capas medias y altas de la población que huyen de la quema y el lumpen social -capas incultas e inmigrantes- que se arracima en las escuelas guarderías es un hecho notorio y desesperanzador. La división no la establece el nivel de ingresos, sino el nivel cultural. El que los políticos de izquierdas que nos gobiernan, con el president Montilla a la cabeza, escojan para sus hijos colegios privados, a ser posible de élite, indica su falta de compromiso con las ideas que dicen defender.
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