Darwin sustanció con muy variadas evidencias la idea (que otros antes que él habían propuesto) de que las especies evolucionan, encontrando además un mecanismo que hacía plausible tal evolución; defendió que la vida es como un árbol, de cuyas raíces han ido brotando diferentes ramas, esto es, especies que con el paso del tiempo continúan diversificándose, dando origen a otras bajo la presión de determinados condicionamientos.Lo que nació como una teoría ha ido confirmándose a lo largo de estos años. En noviembre de 1859 -pronto hará, por consiguiente, 150 años- publicó uno de los grandes libros de la historia: El origen de las especies.
Darwin publicó El origen de las especies cuando tenía cincuenta años, pero el libro, ignorado todavía por él, había empezado a escribirse hacía más de media vida, en 1831, cuando ese anciano con barba de patriarca bíblico y boscosas cejas blancas que ahora asociamos con el nombre Charles Darwin era un muchacho de veintidós años, algo atolondrado, sin una vocación muy precisa, de clase alta, aficionado a la Historia Natural, religioso sin mucha convicción, con vagos proyectos de estudiar para párroco de alguna confortable rectoría en el campo. En septiembre de 1831 recibió una invitación para unirse al viaje del Beagle, un velero del Almirantazgo que iba a recorrer durante dos años las costas de América del Sur en una expedición entre científica y colonial. Darwin no viajaba en calidad de naturalista: tan sólo como caballero acompañante del capitán del buque, ya que éste, por razones de estricta etiqueta de clase, no tenía permitido codearse con los oficiales y la marinería. El viaje que iba a ser de dos años se dilató en una vuelta al mundo que acabó durando cinco. Darwin odiaba el mar -odiaba cada ola, escribió en una carta, una por una- y estaba siempre mareado. Al cabo de cinco años de viaje el muchacho era un hombre en la plenitud de su inteligencia y había atesorado toda clase de muestras y especímenes recogidos por él en las tierras australes y en las islas del Pacífico, y además había escrito un diario que al cabo de poco tiempo se convirtió en su primer libro.La evolución entendida a la manera de Darwin es un hecho científico, contrastado por múltiples evidencias, su relevancia es obvia, pero no es universalmente aceptada. Mucha gente no acepta dicha teoría. En Estados Unidos solamente el 40% de la población. En Europa su aceptación es mayor, franceses y escandinavos en torbo al 80%. En el Reino Unido, más de la mitad de la población británica considera que la Teoría de la Evolución no puede explicar la complejidad de la vida en la Tierra, y cree que un 'diseñador' tuvo que intervenir necesariamente en este proceso.
Para las verdades de la ciencia es irrelevante el consenso democrático, porque la ciencia basa sus explicaciones en comprobaciones contrastables mediante los rigurosos métodos de la física, de la química, de la geología y de la biología. La religión pertenece a otro ámbito.
Po eso es preocupante que la Reina Sofía en un libro reciente manifestase:
"Se ha de enseñar religión en los colegios, al menos hasta cierta edad: los niños necesitan una explicación del origen del mundo y de la vida".
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