¿Pueden los padres enseñar a sus hijos en casa sin que tengan que pasar por la escuela? Una de las señas de identidad de la izquierda está apunto de caer en Cataluña. La escuela debía ser laica, pública y gratuita. El tripartito está a punto de romper con todo ello con la nueva Ley de Educación Catalana. Fortalece la división en la doble vía enseñanza pública y privada, permite la segregación por sexos en los colegios privados y ahora, la guinda,
Cataluña puede convertirse en la primera comunidad autónoma donde enseñar a los hijos en casa, sin necesidad de ir a la escuela, sea legal. La Generalitat ha abierto la puerta a esta modalidad educativa que no está prevista por la Ley Orgánica de Educación (LOE), pero que de hecho practican unos centenares de familias y que está permitida en algunos países de la UE y en Estados Unidos.
Las familias suelen exigir esta modalidad educativa por motivos religiosos o ideológicos. A veces, también alegan motivos pedagógicos. Pero qué hay de
la función social de la educación.
Porque nadie puede dudar que, si de educación para la convivencia se trata, a los que van a vivir juntos hay que educarlos juntos: sea cual fuere su etnia, su sexo o la religión familiar. No para que se lleven obligatoriamente bien, sino para que conozcan cuanto antes los motivos por los que podrían incurrir luego en la tentación nociva de llevarse mal. La única razón para separar ocasionalmente a unos alumnos de otros son las cuestiones estrictamente académicas: necesidad de clases de refuerzo, agrupación por materias o lenguas optativas, etcétera.
Los padres que de verdad se preocupan por la educación en valores de sus hijos no les enseñan a pensar como ellos, sino a pensar por sí mismos. Y nadie es capaz de tal cosa si no conoce, además de las opiniones que ha mamado, las que han recibido no menos cordialmente otros y las razones de todas.
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