No soy partidario de que sea indiferente aprobar o no asignaturas para pasar o no de curso,dice en una larga entrevista en EP el ministro de la cosa. Lo que es, o debería ser, una declaración de principios o la exposición de intenciones del nuevo ministro de educación, se convierte en un tartamudeo semántico que nada aclara. Es una frase extraordinaria por parte de alguien que tiene que tomar decisiones importantes y urgentes en un momento crítico. Esa ambigüedad expresiva no anuncia nada bueno sobre la capacidad de este ministro.
El resto de las respuestas son las típicas de esos políticos que nunca se comprometen, que no toman decisiones polémicas y que quieren complacer a todo el mundo. Obviedades del tipo:
Yo creo en el aprender, en el estudiar, en el enseñar, en fomentar la creatividad y las habilidades, pero también creo en el esfuerzo y en la exigencia. No son valores de una sociedad tradicional, son valores de una sociedad emprendedora, que no quiere malgastar su talento.Sus intenciones, humo blanco:
Un pacto de solidaridad, social, con los sindicatos y las fuerzas sociales, con los agentes o empresas que trabajen en la educación. Si no hay diálogo social no será posible. Y tendremos que trabajar con todos los estamentos autonómicos para lograrlo.Esta última perla del filósofo del no lugar:
Así que, a esperar que pasen estos tiempos malos y lleguen políticos con coraje.
"Pongamos que hablo de lugar. Pongamos la palabra lugar. Supongamos que para hacerlo necesitamos un lugar, y no de uno cualquiera, sino de su lugar. Supongamos que ponemos la palabra lugar en su lugar, si tal lugar pudiera darse antes de la palabra... [...] En fin, una vez puesta en su presunta sede, en su sitio, asentada debidamente, lugar será la obra de la palabra lugar, la palabra lugar puesta en obra".
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