lunes, 14 de septiembre de 2009

El rostro ambivalente de la enseñanza

Tan impresionante es la sede de la Consejería de Educación, alojada en el Monasterio de Nuestra Señora del Prado, antiguo edificio de la Orden Jerónima y luego, muy apropiadamente, manicomio -de una degradación insufrible, me cuentan-, como el aislamiento del Consejero y sus directivos con respecto al personal de a pie de la cosa educativa. ¡Qué adecuada, justa y triste metáfora para reflejar el desequilibrio entre la importancia que nuestros políticos conceden a la representación y el desagradable peso con el que han de cargar!

Las medidas de seguridad son dignas de un aeropuerto internacinal: seguratas, arco electrónico busca armas, salas intermedias, plantas en diferentes niveles. El incauto que se acerque a la entrada no podrá sobrepasar el umbral de ese edificio babilónico. Apenas le darán un número de teléfono para pedir cita, aunque le corroa una urgencia. Al otro lado del teléfono una voz, amable eso sí, le indicará dónde pueden consultar los mortales sobre los asuntos del día. ¡Vaya usted al Edificio de Usos Múltiples!

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