jueves, 18 de febrero de 2010

Es urgente que los jóvenes se matriculen en ingeniería

No sé hasta qué punto  tienen en cuenta, los promotores del pacto educativo, la cuestión de la educación científica y la necesidad de técnicos especializados. Fijémonos en estos datos. Los tomo de Carlos Elías, aquí.

Los matricullados en carreras científicas han descendido en España en los últimos 10 años un 30%. Lo mismo sucede en los países de nuestro entorno. En 1966, Gran Bretaña tenía 31.831 estudiantes de Física y en 2005 eran menos de la mitad, en concreto 14.610.  En Francia, según Le Monde en los próximos 10 años, en el país de Descartes y Laplace, no habrá matemáticos para cubrir las jubilaciones previstas. En 2006 quedaron vacantes en Alemania 73.000 puestos de trabajos para científicos e ingenieros, como consecuencia la economía del país dejó de ingresar ese año un 0.8% de su PIB; es decir, 18.000 millones de euros.
La tendencia a la baja en el número de estudiantes de ciencias, en el caso de que no sea revertida, infligirá un daño gravísimo a Gran Bretaña, afectando de forma muy adversa a la prosperidad y calidad de vida del Reino Unido». Sir Alistair MacFarlane, responsable de educación de la Royal Society, a 'The Guardian', 2003.
¿Qué sucede en cambio en China? Que multiplica cada año su número de licenciados en ciencias e ingenierías. En 1975, Estados Unidos triplicaba el número de doctores en ciencia y tecnología de toda Asia. Ahora se prevé que en 2010 China sobrepase a EEUU. En 2001 se licenciaron en China 220.000 ingenieros frente a 60.000 en Estados Unidos.

Carlos Elías aporta esta anécdota. El 21 de octubre de 1984 falleció el cineasta François Truffaut; el día anterior había muerto Paul Dirac, uno de los mayores físicos de todos los tiempos. Los periódicos españoles de la época concedieron páginas y páginas al cineasta. Ninguno habló de Dirac.
El problema de la falta de científicos e ingenieros en un país es gravísimo, porque la economía productiva se asienta en ellos. Inglaterra sabe que su cultura (y su economía y su lengua) venció a la española, porque los británicos apostaron en el siglo XVII por la ciencia. El escritor Alberto Vázquez Figueroa, que fue corresponsal en la época de descolonización de África, pronosticó que allí nunca se saldría de la pobreza porque sus universidades se llenaban de abogados y no de ingenieros o científicos.

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