jueves, 11 de febrero de 2010

La reforma educativa. ¿Pintan algo los profes?

Profesores, aunque con precauciones ideológicas, opinando sobre el Pacto Educativo:
De no existir este desdén olímpico hacia los profesionales de la docencia por parte de los líderes políticos, nos ahorraríamos estas intermitentes oleadas de declaraciones y despropósitos en torno a la reforma educativa.
En base a mi propia experiencia como profesor y a los comentarios que oigo a mis compañeros de trabajo, aquélla, la reforma educativa, debe ser una de las prioridades del calendario político. Es evidente que el modelo impulsado por la LOGSE se ha saldado con un sonoro fracaso, más allá de las innegables buenas intenciones que anidaban en ellas.
Y es evidente, asimismo, que mientras persista la doble red de escuelas concertadas y públicas, ambas sostenidas por fondos públicos pero con un trato tan desigual por parte de las administraciones políticas (innecesario decir cuál de ellas goza de las bendiciones y el apoyo más o menos explícito de nuestros dirigentes), se estará degradando un pilar esencial del Estado de derecho, cual es el de acceder en condiciones de igualdad a un sistema educativo que propicie la movilidad social y favorezca la integración de los más desfavorecidos.
A muchos, con independencia de nuestras tendencias ideológicas, nos parece bien la reducción en un año de la ESO y la ampliación del Bachillerato, así como adelantar en un año, a los 15, la posibilidad de elegir entre Bachillerato y FP. Quienes desde el buenismo estéril insisten en la importancia de que haya un solo itinerario hasta los 16 años ignoran por completo la situación real de las aulas, con chicos que parecen estar cumpliendo una condena a la espera de la cifra mágica que les permita poner pies en polvorosa.
Claro que en absoluto se trata de, como sugiere Mariano Rajoy, clasificar a los alumnos en buenos y malos. De lo que se trata es de crear una Formación Profesional que haga honor a su nombre y que conceda una posibilidad real de aprendizaje a quienes no tienen entre sus expectativas ni ambiciones cursar una carrera universitaria.
 JUAN FERNáNDEZ SáNCHEZ - Madrid - 05/02/2010

Ante el debate que se está produciendo en torno al llamado Pacto por la Educación, quisiera realizar varias consideraciones.
La única propuesta concreta -tal vez discutible, tal vez equivocada- ha venido del Partido Popular, y ya ha recibido respuesta por parte de algunas autoridades, representantes de padres, etcétera. Algunos, con enorme desparpajo, se atreven a tacharla de "vuelta al pasado". Y yo me pregunto, ¿a qué pasado? ¿a ése en que España se situaba en torno al 15% o 20% de fracaso escolar? Obviamente, nadie hoy en día desea regresar a tan oscura época, tras vivir los felices tiempos actuales, en que superamos el 30%.
Por ello, el viceconsejero de Educación de Castilla-La Mancha, don Pedro Pablo Novillo, comunica que la Junta de Comunidades presentará, a su vez, al Gobierno su propuesta: extender la educación hasta los 18 años, ya que "si queremos que todos los alumnos obtengan el título" ésa es la única forma. Dejando aparte que no entiendo -sinceramente, no puedo comprenderlo- este último argumento, nótese su voluntad de obtener un pacto: presentar justo la opción más opuesta posible.
Nadie, absolutamente nadie, ha hablado todavía de la opinión de los profesores en este asunto.
En ningún momento el Gobierno se ha planteado reformular, someter a crítica, discutir los principios de la sagrada LOGSE, hoy llamada LOE, pues para ellos son irrenunciables: título para todos, enseñanza inclusiva, protección a los alumnos (no a los profesores) con problemas de disciplina, etcétera. Algunos obtusos, sin embargo, seguimos pensando que son, precisamente, tales principios los que nos han llevado a esta situación.
Jamás el Gobierno de la nación ha admitido que hay alumnos (en torno a un tercio del total, según las últimas estadísticas) que, sencillamente, no desean estudiar. Tampoco ha comprendido que, en muchas ocasiones, esta abulia no obedece a causas sociales, económicas o de marginación.
Así, mientras estos presupuestos se mantengan, el pacto será imposible. Esperaremos, pues, hasta que nuestros niveles de fracaso alcancen el 40%, el 50%. ¿Cuándo lo entenderán.
ÁNGEL NAVAS RODRíGUEZ - Ciudad Real - 08/02/2010

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