Tres opiniones sbre un tema candente:
Porque es algo identitario, como la gorra rasta (perdón, pero los chavales que se la ponen también creen que su identidad pasa por ahí), si la chica va a un colegio que prohíbe llevar nada en la cabeza entonces es obvio que no puede usar el pañuelo en clase. ¿No queremos normalizarlo? Pues eso es lo normal. Y que no me digan que hay que primar la educación y por eso aceptar el hiyab. Perdón, pero eso forma parte justamente de la educación: poner límites a los chicos, enseñarles que hay reglas.(...) Creo que hay que prohibir el velo y el burka: atentan contra la dignidad de la mujer. Y pienso que el respeto a las creencias religiosas no nos impide reforzar el carácter laico de la sociedad civil. Que quede clara la diferencia entre fe privada y vida pública. (Rosa Montero).
Una carta,
Soy profesora de instituto y estoy atónita. Porque tengo alumnos con piercing, con hiyab, con tatuajes, con look gótico... Y me pregunto en nombre de qué dios o de qué ideología se le prohíbe a una adolescente entrar en clase, mientras que no se hace lo mismo con alumnos que enseñan la ropa interior, ni con los que rompen sistemáticamente la buena marcha de la clase, incluso con agresividad y violencia: a estos no se les puede echar de clase.
Y no puedo comprender que se le produzca semejante dolor a una niña marginándola por un signo religioso que ni siquiera impide su identificación.
Si yo voy a un país, tengo que cumplir sus leyes, pero podré ir vestida según mi estilo, mi gusto e, incluso, podré llevar elementos que hagan referencia a mi cultura, como hace Evo Morales en las más altas instancias, por cierto también en España.
¿Qué se defiende con esta prohibición? ¿Qué autoridad es esa que no contempla la diversidad? Uno de los valores más importantes en la enseñanza es el de no caer en el error de, en vez de defender, atacar. Y como profesora defiendo que debemos enseñar siempre la tolerancia. (MARÍA DE LA FIGUERA LÓPEZ, San Sebastián de los Reyes).
Y una más, de Fernando Savater.
El laicismo es democráticamente exigible en las instituciones públicas, como las educativas, pero no en las personas individuales. Al contrario, las instituciones deben ser escrupulosamente laicas para que las personas puedan profesar la religión que prefieran o rechazarlas todas. No es lo mismo que presida el aula un crucifijo que ver una crucecita o una medalla de la Virgen al cuello de un alumno (por cierto, que la madre de Cristo sea virgen ¿no es también símbolo de menosprecio opresivo de la sexualidad de la mujer?). Ciertas veladuras, como el burka o el niqab, resultan incompatibles con la enseñanza o el DNI, pero otras son tan asumibles como cualquier moda... que también es una forma de religión light. (Fernando Savater).
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