jueves, 30 de junio de 2011

Aprender cantando

“Hace veinticinco años los niños en la escuela solían enunciar la lección cantando. El producto resultante era un recital monótono a medio camino entre el sermón de un párroco y el soniquete de un aserradero cansado; sin ánimo de ofender a nadie, también tiene que haber madera y serrín en la viña del señor.
            Recuerdo la letra de una linda e instructiva cancioncilla que surgió en la clase de fisiología. La frase más destacable era esta:
            “La ti-bia es el hue-so más lar-go del cuer-po hu-ma-no”.
            ¡Lo que hubiéramos ganado si hubieran grabado en nuestras jóvenes mentes, a base de melodías y de lógica, las proezas de la carne y del espíritu que conciernen al ser humano! Pero no aprendimos gran cosa en anatomía, música y filosofía”.
(En La voz de la ciudad, La voz de Nueva York, O.Henry).

O’Henry escribe lo que antecede en torno a 1900, parecen muy lejanos por tanto esos veinticinco años anteriores a los que se refiere, pero en España el soniquete escolar se oía en los cincuenta y en los sesenta y, todavía hoy, hay países en los que se sigue oyendo si uno pone el oído cuando pasa delante de una escuela.

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