skip to main |
skip to sidebar
No enseñamos las amenazas del interiorismo, según Vicente Verdú
Escribe Vicente Verdú con su habitual agudeza:
"En 1962 Rachel Carson publicó un libro, luego casi bíblico, titulado The Silent Spring (La primavera silenciosa) y desde ese momento se dio por iniciada la conciencia del medio ambiente. Nunca antes ni después un movimiento social ha alcanzado tanta audiencia y acatamiento en proporción al intervalo de su desarrollo. El ecologismo que inauguró ese manifiesto de Carson hizo pensar de otra manera sobre los bosques, creer como nunca se nos habría ocurrido en la bondad de los coyotes, nos despertó al delito de echar residuos en los ríos y nos inició en el arte de amar las focas.
El exterior, animado e inanimado, se introdujo en nuestro interior como una nueva fe y los norteamericanos, tan hábiles en la teología, convirtieron esa enseñanza en una doctrina. Nadie pudo, en lo sucesivo, declararse insensible al medio ambiente. Dios había sido reemplazado por la naturaleza y los pecados por tirar las pilas al suelo.
El mundo desarrollado empezó a caracterizarse por su sensibilidad respecto al paisaje y, conjuntamente, por un esmerado tratamiento de la basura, que pasó a ser un producto trascendente. Todo residuo, cualquier detritus de un país moderno merece hoy un especial tratamiento porque el entorno exterior debe ser protegido a toda costa.
No ha sucedido lo mismo con el interior. Toda la sensibilidad parece haberse dirigido a salvar el destino del mundo exterior mientras el interior se desdeñaba. En las escuelas, enseñan a los niños la reverencia al entorno haciéndoles entender que su vida moral y física depende de ello, pero nadie se ocupa de alertarlos sobre las amenazas del interiorismo que pueden acabar más directamente con su amor a la vida.
Desde los comedores hasta las cafeterías de colores naranja que se iluminan como quirófanos, los arquitectos, los interioristas, los decoradores o los aficionados han colmado nuestro país -y otros muchos- de ambientes que corroen la vida, arrancan pedazos de fe y contribuyen a soportar el mundo como una incesante producción de telebasura. Cualquier empresario puede plantearse la inauguración de un cine, un hotel, una tienda y nadie parece pensar que la mercancía y el cliente mantendrán una relación dentro de ella".
No hay comentarios:
Publicar un comentario