lunes, 26 de septiembre de 2011

Es en los profesores donde ha de recaer el peso de la enseñanza


Decir las cosas con gusto, como Ismael Grasa en Pisar el aula: 
"Entiendo como normal un sistema de enseñanza en el que convivan centros públicos con otros de carácter privado o semiprivado. Pero hay por lo menos un par de irregularidades ante las que no deberíamos bajar la guardia. Una, referente a los colegios concertados, es bien conocida: el hecho de que un Estado no confesional esté pagando escuelas de carácter religioso y que, en muchos casos, no se hacen cargo proporcionalmente de los alumnos más problemáticos, bien sea por cuestiones idiomáticas, de aptitud o de extracción social. La otra, referida a la enseñanza pública, es, por lo que he venido entendiendo, la de haber seguido un concepto de igualdad no siempre justo ni eficaz, tratando, como tantas veces se denuncia, de equilibrar a la baja: se fuerza a que alumnos adolescentes con buena disposición tengan que compartir el aula con otros que sencillamente ocupan esa silla por un imperativo legal -la escolariza-ción es obligatoria e igual para todos hasta los 16-, y se hace difícil en muchos casos que buenos estudiantes de condición económica baja pasen el filtro de un medio adverso para aprender, por lo que se les condena, por así decirlo, dos veces.  Las veces en que he tenido ocasión de oír o hablar con pedagogos responsables de nuestro sistema de enseñanza me ha sucedido que, o bien no entiendo cabalmente lo que dicen, por utilizar una terminología opaca con la que me he resistido a estar familiarizado, o bien no dejo de sentir algunas discrepancias. Lo de no enseñar contenidos, por ejemplo, sino enseñar a que el alumno aprenda por su propia cuenta, es una idea sin duda interesante, pero lo cierto es que la búsqueda del saber no puede partir de cero, y el profesor, se quiera o no, tiene que transmitir conocimientos, y cuantos más mejor. De hecho, son los alumnos quienes llevan la delantera a los profesores en el uso de Internet y las tecnologías de la información, lo que no nos hace dudar de lo mucho que esos chicos nos necesitan.
 Es en los profesores que aman las disciplinas que imparten donde ha de recaer el peso de la enseñanza, en quienes sufren cuando ven que se desperdicia la inteligencia o que, tan injustamente, los que podrían progresar se quedan en el camino".

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