"La entrevista a Manuel Seco, publicada en EL PAÍS el 21 de
octubre, sobre la nueva Ortografía de la lengua española, terminaba de esta
forma: “tendría que haber llevado a la Academia a los tribunales”. Estoy de acuerdo y
agradezco mucho su opinión. Llevo muchos años dando clases de español para
extranjeros y siempre he considerado que las reglas que explican la separación
silábica de los diptongos e hiatos no funcionan siempre y muy especialmente en
los monosílabos, pero nunca se me había ocurrido pensar que un día la Academia iba a cambiar su
pronunciación para adaptarla a las reglas, ya que es esto lo que ha hecho al
quitarle, por ejemplo, el acento al tan traído y llevado “guion”. La Academia , queriendo
simplificar una lengua que fonética y ortográficamente ya es de por sí una
perita en dulce, no hace más que complicarla quitando unas tildes cuya
pronunciación exige, si no quiere que se pronuncien de otra manera. ¿Tanto
hubiera costado simplemente aceptar que las excepciones confirman las reglas?"—
María José Ulecia García. Luxemburgo.
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