"… el núcleo duro de la enseñanza y el periodismo, el deber sin el cual no son más que un desfile de máscaras: el servicio de la verdad, o al menos el firme propósito de servirla. Me ahorraría este truismo si los responsables de la enseñanza no cedieran periódicamente a la tentación de transformarla en instrumento de propaganda y adoctrinamiento. En el periodismo se trata de una inclinación conocida y de la que desconfían los lectores. En cuanto a las falsificaciones de la enseñanza, desgraciadamente la desconfianza protege menos a los jóvenes. Su ignorancia les hace vulnerables, algo de lo que pueden abusar los profesores cargados de ideología y henchidos de autoridad, tal como hicieron en Europa Occidental después de 1968, cuando consideraron que tenían por misión convertir a toda la juventud al socialismo. (…) El odio a la libertad a veces se enmascara como su defensa. La diferencia entre la educación totalitaria y la educación liberal estriba en una distinción de lo más sencillo: la primera prescribe lo que hay que pensar; la segunda cómo pensar. (…) En las civilizaciones adulteradas por la ideología, los dos sacerdocios de la información –la educación y la comunicación- se degradan necesariamente juntos. El profesor trasmite a sus alumnos y el periodista a sus lectores no lo que saben que es verdad, sino lo que quieren hacerles creer. Les ocultan lo que desean que sigan ignorando".
jueves, 19 de enero de 2012
Por una educación liberal
Jean François Revel:
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