martes, 13 de marzo de 2012

Palabras hermafroditas

¿Cuántas veces una carta a un periódico vale lo que el periódico entero? Un ejemplo:

            Interesante polémica la del género en los idiomas, estando bien las cosas como están, en su apasionante sinsentido.
 Si el italiano utiliza en efecto el femenino “ella” para “Usted” (Lei), también lo hace el alemán (Sie), sorprendiendo el francés en palabras únicamente femeninas, aunque sean hombres quienes desempeñen las funciones a que se refieren: la recrue, la vigie, la sentinelle, la canaille, entre otras, sólo existen en femenino, y así diremos en francés: “Juan es una recluta que a veces hace de activa vigía en los barcos de guerra o de diestra centinela en las garitas que se le asignan, siendo como es una canalla en toda regla”.
 Pero especialmente bonita es la feminización francesa de la palabra “amor”, que en plural se vuelve femenina: “el amor tranquilo”, pero “las amores apasionadas, o turbias, o retorcidas”, se dice en francés, igual que en castellano feminizamos el plural de arte: “bellas artes, artes suntuarias”, o incluso algún arte en singular, “el arte cisoria” por ejemplo, etc., igual que el mar o el calor españoles mudan de sexo a placer.
 Sobre por qué el francés dice un condado (un comté), pero una vizcondado (une vicomté), y luego habla de “la Franca Condado” (la Franche-Comté), nadie ha sabido explicármelo.
 ¿Alguien entiende todo el desorden anterior? ¿Por qué cambiarlo, en su caótico, bellísimo sinsentido?
 Me gusta poder decir “el armazón” o “la armazón”, palabra hermafrodita, al albur de los días...— Juan Ribó Chalmeta.

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