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La sintomatología del TDAH, Trastorno por Déficit de Atención
con Hiperactividad, está formada por dificultades en el intervalo de atención, control
de los impulsos y exceso de actividad motora. En los últimos años, se ha
suscitado una gran preocupación por padres y profesores de niños hiperactivos, por
buscar intervenciones adecuadas con un enfoque interdisciplinar que facilite un
abordaje de las necesidades del niño en todas las áreas: social, familiar y
educativa.
Todo profesor probablemente se haya encontrado con algún
alumno con TDAH a lo largo de su desarrollo profesional, lo que explica la
importancia de que cuenten con información al respecto que les ayude a enfocar
la intervención de forma adecuada con sus alumnos.
¿Cómo sé si un alumno tiene TDAH?
La relevancia del contexto escolar y de los profesores es
esencial, ya que los niños pasan gran parte de su tiempo en este ámbito, y es
donde normalmente aparecen los síntomas de una forma clara. Por tanto, es
necesario clarificar en la medida de lo posible, si la sintomatología del
alumno hace referencia a un TDAH o no.
Si se evidencian sospechas de que así sea, es importante que
el abordaje se realice en equipo, poniéndose el colegio en contacto con los
familiares del alumno, para que pueda ser evaluado por un profesional psicólogo
y se realicen las pruebas médicas pertinentes. Es necesario por tanto, que los
profesores puedan analizar el comportamiento del niño dentro del aula, ya que
eso les proporcionará claves respecto a que comportamientos aparecen y con qué
forma e intensidad.
Desde el aula, se puede observar cómo los niños con TDAH
muestran tres síntomas básicos, que son:
- La hiperactividad. El movimiento es la característica
principal de la hiperactividad. Los niños con hiperactividad se muestran
siempre en movimiento, incluso cuando están sentados es frecuente percibirlos
moviéndose. Es por esa razón por la que puede ser que se levanten durante las
clases y les cueste trabajo cumplir los límites que en cambio, los demás
cumplen.
- La impulsividad: Es la tendencia a inhibir las respuestas
iniciales y a reparar en ellas con el fin de evaluar su grado de precisión. Es
por esto por lo que los niños con impulsividad tienden a ser impacientes, respondiendo
antes de tiempo, por ejemplo. Tienden a no planificar las tareas y presentan
escasa tolerancia a la frustración.
- El déficit de atención: Es la dificultad para mantener la atención
en algo en concreto. Es por esta razón por la que los niños con déficit de
atención tienen dificultades en seguir instrucciones y no finalizan sus tareas.
No todos los niños muestran los mismos síntomas, ni de la
misma forma. En ocasiones puede resultar complejo observar síntomas claros y es
necesario evaluar otros aspectos que pueden estar latentes. Por eso es
importante que el proceso de evaluación sea multidisciplinar, y así los
profesores tengan la seguridad de estar actuando correctamente.
Cada etapa evolutiva es diferente y por lo tanto, los
síntomas también varían en función de la edad del niñoDe la misma forma, los
profesores también saben que cada etapa evolutiva es diferente y por lo tanto, los
síntomas también varían en función de la edad del niño. Cuando los niños con
TDAH son muy pequeños, pueden mostrar menos interés de lo normal por los juegos,
abandonándolos enseguida, pasando de un juego a otro sin apenas detenerse, así
como dificultades sociales, que se observan en su relación con otros niños. Ya
en primaria, pueden mostrarse distraídos e impulsivos y puede ser que tengan
dificultades en el aprendizaje, traduciéndose en notas bajas o incluso en la
repetición de algún curso. Cuando llegan a la adolescencia pueden tener
dificultades para organizar sus tarea, y si no se cuida su imagen y sus
relaciones sociales, ello puede derivar en dificultades emocionales importantes
así como en las relaciones con los demás.
Orientaciones para el trabajo con TDAH en el aula
Como figuras de gran influencia para los alumnos, los
profesores entienden la educación, como el camino para contribuir a que los
niños se desarrollen plenamente, lo que consiguen con normas, límites y rutinas
que ayudan a los niños a organizarse y les permiten ser cada vez más autónomos.
De la misma forma, un niño con TDAH necesita unas normas básicas que guíen y
marquen límites a su comportamiento. Esto le da seguridad porque sabe qué
ocurrirá ante determinadas conductas.
La supervisión de los profesores es la clave que ayudará al
niño a estructurarse. Supervisión que gestionarán a su estilo, teniendo en
cuenta las dificultades de los alumnos con TDAH. Por ejemplo, sentándolos cerca
de ellos para supervisar al pequeño, evitando otras posibles distracciones. Así
como gestionando rutinas que ayuden al niño en su organización y que faciliten
el funcionamiento de la clase. Por ejemplo, darles cinco minutos de tiempo
antes de cada clase para preparar el material.
De igual modo, las tareas deben ser claras y la información
lo suficientemente explicita y concreta para que los alumnos entiendan lo que
se espera de ellos. Los síntomas de impulsividad requieren que la supervisión
vaya enfocada a recordarles de forma frecuente las normas establecidas y sus
consecuencias en caso de incumplimiento.
En cuanto a la hiperactividad, los profesores saben que sus
alumnos con TDAH no pueden estar quietos mucho tiempo. Ayudarle es poder darle
un sentido a su necesidad de moverse, adjudicándole responsabilidades, como ir
hacer fotocopias y borrar la pizarra.
Con la supervisión de los profesores se consigue aumentar la
motivación de los alumnos con TDAH, enseñándolos a reflexionar antes de actuar
y dotándolos de herramientas que conformarán la base de su autocontrol.
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