"La sección Vida & Artes normalmente proporciona
perspectivas diversas e informadas. No es el caso de Lenguas en conflicto, publicado
el pasado jueves. Solo hay un punto de vista: la defensa de la inmersión en
catalán. No deja de ser curioso, cuando constituye una anomalía mundial. Las
opiniones críticas se escuchan a través de quienes las descalifican. Se las
acusa de politizar el debate. ¡No como los nacionalistas!
La afirmación “el 40% de la población vive en territorios
bilingües, pero una parte restante del 60% que es monolingüe siente el
bilingüismo como una agresión” condensa varias inexactitudes. No hay
territorios bilingües, sino individuos bilingües. Que en una comunidad se
hablen dos lenguas no quiere decir que sus residentes las hablen. También
cabría decir que el 100% vive en comunidades bilingües, puesto que en todas las
comunidades alguien habla dos lenguas. Tampoco procede empaquetar a los
bilingües y contraponerlos al “restante 60%”. Los bilingües lo son de distintas
lenguas. Eso sí, tienen una cosa en común: el castellano. Respecto al euskera
“los restantes” compartimos la misma lengua. La peculiaridad de España no es
“la diversidad”, entendida en sentido técnico como “probabilidad de que dos
personas elegidas al azar tengan una lengua materna diferente”. En eso
puntuamos muy bajo. La peculiaridad es que compartimos una lengua, incluidos
los ciudadanos bilingües.
No es menos extravagante la afirmación “el estatus de
igualdad al que (el catalán) aspira”. Las lenguas carecen de aspiraciones. Que
una lengua tenga menos hablantes no es una patología. La igualdad importante es
entre ciudadanos. Por ejemplo, para acceder a posiciones sociales o laborales. Cuando
las instituciones vascas exigen presentar proyectos en euskera penalizan a la
mayor parte de los ciudadanos españoles, incluidos los vascos. Y, de paso, al
reducir la oferta, a la calidad de los proyectos.
La investigación pulcra confirma el efecto discriminador de
los filtros lingüísticos arbitrarios. Así, el trabajo del profesor de Cambridge
Thomas Miley Nacionalismo y política lingüística. También parece probada la
correlación entre catalanidad y status social asociada a la normalidad (M. Güell,
J. V Rodríguez Mora, Ch. Telmer, Intergenerational mobility and the informative
content of surnames).
El único principio con cierto vuelo es el “peligro de
desaparición”. Vuelo corto, pero vuelo. Claro que tomado en serio nos obligaría
a establecer el aranés como lengua de inmersión".— Félix Ovejero.
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