lunes, 9 de febrero de 2009

La clase

Dos películas recientes reflexionan sobre la labor docente, una alemana, La ola, y otra francesa, La clase. Si la frase sirviese de algo, me atrevería a decir que el cine francés vuelve a ser grande. La película es buena, pero a mí me interesa el tema del que trata.

La clase, mejor el título original, Entre les murs, nos muestra, a mitad de camino entre el documental y la ficción, lo que sucede en un aula durante un curso. Un aula de tercero de la ESO, profesores y alumnos. Es interesante para los que no conocen ese mundo por dentro, les da una idea. El desinterés de los alumnos, los conflictos cotidianos, la soledad del profesor, la falta de medios -materiales, psicológicos- para hacer que las cosas sucedan civilizadamente, para conseguir los objetivos programados.

Sin embargo, la película se queda corta. Se basa en un libro escrito por el profesor que hace de protagonista. Los alumnos actores hacen de actores con su nombre propio. El libro, impreso y a la venta con formato convencional, recorta, selecciona, reconduce la atención. La película a su vez amplia todo eso: la cámara merma la espontaneidad, controla la conducta, el montaje conduce el discurrir cotidiano, como si todo al final tuviese algún sentido.

En la realidad, la distancia entre profes y alumnos es mayor, la empatía más problemática, los alumnos más difíciles, es decir, con mayores dificultades para centrarse, atender y trabajar. Las fricciones son mayores, como la inseguridad del profesor. Mantener debates ordenados, escribir temas argumentados, discutir racionalmente sobre lo que sucede en clase aparece en la película como algo natural, pero no creo que los alrededores de París sean muy diferentes de los barrios de Madrid o Barcelona.

Sí que es verosímil la pregunta que a final de curso hace el profesor a sus alumnos, y con la que se cierra la película, ¿qué habéis aprendido durante el curso? Con eso nos conformamos los profesores, con que hayan aprendido alguna cosa.

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