martes, 10 de marzo de 2009

¿Pueden las chicas de 16 años decidir por sí mismas?

¿No es una barbaridad -llamemoslo falta de realismo- permitir según el proyecto de la ministra Aído, que las niñas de 16 años puedan abortar sin el conocimiento y consentimiento de sus padres? Los profesores conocemos a esas chicas, a las de 16 años. Son un manojo de sentimientos encontrados, no se les permite votar, necesitan el permiso paterno para salir de excursión, para visitar una simple exposición con el instituto.

El aborto es un mal, no un derecho, la ley habla de despenalización, no de un derecho, puede causar estragos psicológicos de difícil reparación como para jugar tan alegremente con él como hace la ministra y quienes la apoyan.

¿No hay soluciones alternativas, menos traumáticas?, ¿no se podría conjugar, por ejemplo, la gran petición que existe en España de adopciones con todos esos embarazos indeseados?

Y ahora la cuestión económica. En 2007 hubo 112.000 abortos en España, por 491.000 nacimientos. El 95% de los mismos se produjeron en clínicas privadas, donde el riesgo psíquico para la madre era la muleta que legitimaba la llamada interrupción del embarazo. A 600 euros de media por intervención, 11.000 millones de las antiguas pesetas de facturación anual.

En esta cuestión como en tantas otras, la ausencia de realismo de este gobierno y su incapacidad para establecer políticas más prácticas, menos ideologizadas, que permitan corregir su incierta deriva, es asombrosa.

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