Por mi parte: no hablo mi propia lengua -el euskera- pero te garantizo que he colaborado, a lo largo de toda mi vida profesional, para que muchos y muchas la aprendieran. Mis clases las imparto en castellano. No leo poesía en la lengua de Orixe, pero disfruto oyendo a los bertsolaris, con la inestimable ayuda de un traductor. Ya sé que pierdo elementos esenciales de sus improvisaciones, pero me emociono pensando en cómo hubiera disfrutado mi aitona si hubiera tenido la oportunidad de escuchar a Maialen y a Andoni en la final de este año.
martes, 23 de marzo de 2010
"No hablo mi propia lengua"
Da a conocer Savater una sorprendente y chusca declaración de un señor Marín Guruceaga, profesor y físico, que asegura no hablar su propia lengua, así como impartir sus clases en castellano, lo que debe suponerle un dolor insoportable. De modo parecido a aquel comerciante, M. Jourdain, de Molière, que quedó maravillado al enterarse de que de forma innata hablaba en prosa, este hombre debería contratar a un profesor para que le indicase que si cada día habla y se desenvuelve en una lengua esa debe ser la suya propia, sin menoscabo de que quiera ampliar sus capacidades lingüìsticas.
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