En clase la inseguridad funciona en las dos direcciones.
El profesor: inseguro de dominar el tema y de saber trasmitirlo.
El alumno, de haber estudiado lo suficiente; de entender; de saber explicarse.
El profesor se siente cuestionado. No está seguro de que haber bajado del estrado haya sido una buena idea.
El alumno, humillado, piensa que el profesor le exige conocimientos inútiles o innecesarios. Cree que el sistema no le valora en lo que vale.
También el profesor se siente postergado, por debajo de sus capacidades. Con alumnos inferiores a sus expectativas.
El alumno cree que el profesor tiene una autoridad que no le corresponde, que se arroga, muy por encima de lo deseable.
La inseguridad del profesor viene del difícil equilibrio (de la imposibilidad de mantenerlo) entre la autoridad incontestable (de otro tiempo) y la amistad imposible con sus alumnos. Ya no puede volver atrás y sabe que hay límites que no puede sobrepasar. ¿Dónde están exactamente los límites?
El alumno sabe que puede presionar, que los profesores son débiles, aunque de vez en cuando salta el resorte autoritario, apoyados siempre por la institución, ¿pero hasta dónde puede presionar?
La inseguridad se trasmuta a veces en enfermedad, en depresión, en caso psiquiátrico.
miércoles, 22 de junio de 2011
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