lunes, 12 de diciembre de 2011

La enseñanza pública en las cartas de los lectores


Solo con una educación de calidad para todos que haga que cada individuo dé lo mejor de sí mismo y solo si la educación es capaz de hacer que cada uno -con independencia de su renta y posición social de partida- dé lo mejor de sí mismo, podremos crear una sociedad que, además de justa, sea competitiva e innovadora.
Que nadie se llame a engaño: con recortes educativos no vamos a salir de la crisis. Cada vez se constata más que las economías de nuestro entorno requieren de menos empleados con baja cualificación y cada vez más con una alta formación y especialización. Y esa es la línea de actuación de la Estrategia Europa 2020, que tiene como objetivo dejar en ese año la tasa de abandono escolar por debajo del 10% y que al menos un 30% de las personas de 30 a 34 años tenga estudios de nivel terciario. España tiene que ponerse a ello. Es curioso que dupliquemos a la media europea en dos datos: la tasa de fracaso escolar y la tasa de desempleo.
Ante los recortes a la educación pública, no podemos resignarnos a buscar alternativas de un coste elevado -la privada- o cuyos valores de progreso e igualdad no siempre estén presentes -la concertada- y en su lugar incluyan otros de corte confesional. La educación concertada no siempre es gratuita -no cubre todos los niveles educativos y cuenta con cuotas "voluntarias" en muchos casos bastante elevadas- y, sobre todo, no es inclusiva. Se resiste a contar con alumnado inmigrante, no atiende a aquellos que tienen necesidades específicas o aplica con mano de hierro un régimen sancionador que tiende a expulsar a las capas sociales más marginales.
No creo equivocarme si afirmo que los mejores sistemas educativos del mundo en cuanto a resultados son mayoritariamente públicos -como Finlandia- y con una fuerte dotación económica. Vivimos tiempos difíciles y tenemos que decidir qué modelo de sociedad queremos: una sociedad que busca lo mejor para todos o una sociedad que se conforma con que solo unos pocos lleguen al final.

Me he decidido a escribir una carta después de ver varios días a mis dos hijas profesoras tristes y cabizbajas. Las veo ir y venir, manifestarse con una camiseta verde, corregir, preparar clases, hablar con padres de adolescentes despistados... Siempre estuve orgullosa de que trabajasen en la enseñanza pública. El otro día les pregunté si habían conseguido algo. Una de ellas me respondió con desasosiego. Sí, que nos persigan por llevar la camiseta verde con el lema de "Educación pública de tod@s y para tod@s".
Yo que viví de niña una guerra y una posguerra en la que todo el mundo me decía "no te metas en nada y vivirás tranquila" recordé lo que era no poder manifestarse, no poder decir lo que uno pensaba, no poder quejarse, asumir sin rechistar... 
Al parecer 200 personas han sido requeridas por la Junta Electoral de Madrid por acudir a las urnas con las camisetas verdes luciendo tan peligroso lema. 
En otra ocasión unas profesoras se tuvieron que despojar de ellas y lucir sus interiores para poder entrar en su Dirección de Área Territorial. ¡Hasta hay tiendas en las que se prohíbe entrar a los que llevan esta prenda! 
Me pregunto en qué país vuelvo a vivir al cabo de los años. Creí que no volvería a presenciar cómo se impedía la libertad de expresión y sin embargo, me cuentan mis hijas, hay varios profesores desplazados fulminantemente por haber salido en la prensa explicando que daban materias diferentes a aquellas para las que se prepararon, directores expedientados por permitir exhibir en sus centros pancartas contra los recortes, profesores que no pueden pasar con la camiseta verde casi ya por ningún sitio.

Espero que la crisis y la mayoría absoluta de un partido no den paso a un recorte en los derechos fundamentales que tanta sangre y que tanto tiempo han costado conseguir.

No quiero volver atrás, no quiero ver cómo mis nietos regresan a la mordaza y a la falta de derechos fundamentales, la educación y la libertad de expresión, incluidos.-
(Luisa Molina Maeso).

Me entristece la situación del colectivo docente en este Reino. Probablemente, se trata de una de las profesiones más admirables y de mayor responsabilidad de cuantas existen y son denostados e infravalorados a tenor del trato, las medidas y las opiniones de las que son objeto. El colectivo docente en España invierte aproximadamente entre un 15%-20% más en horas lectivas que cualquiera de sus colegas del llamado Primer Mundo. A ello, hemos de añadir el tiempo extra lectivo que deben dedicar en correcciones y análisis de conducta de sus alumnos, amén de una adecuada planificación cada curso.

Sin embargo, el Estado español ha realizado una inversión superior a los 7.800 millones de euros en la adquisición de una flota de 87 aviones europeos de combate. El coste de uno solo de esos aparatos, cubriría no ya las nóminas de esos miles de maestros que se han quedado sin trabajo, sino las fiestas de fin de curso de todos los centros públicos del Estado.

No sería de extrañar aunque todos pondríamos el grito en el cielo, si a final de curso nuestros hijos se quedan sin ser calificados, provocando una situación caótica. Mi solidaridad con los profesores.

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