José
Antonio Marina, filósofo y pedagogo, ha creado la Universidad de Padres,
una institución que ayuda a familias a sacar lo mejor de los hijos. Publica Lainteligencia ejecutiva (Ed. Ariel):
“[La Universidad de Padres]
Es un proyecto que les ayuda a educar a los hijos, porque en el futuro no
habrá piedad con quien no aproveche las oportunidades. Dejarles un capital
educativo es la mejor herencia. Y una cosa es la instrucción académica y
otra la formación del carácter. De nada sirve que un niño sepa matemáticas
si se pone nervioso en un examen. Son competencias básicas que integran las
tres etapas por las que ha pasado la psicología educativa: el conocimiento más
racional, que fue la psicología cognitiva; luego la educación emocional; y
ahora, gracias a la neurología, vemos que es necesaria una inteligencia más
integradora: la inteligencia ejecutiva, que dirige y gestiona a las otras dos y
consiste en elegir las propias metas y gestionar los recursos para realizarlas”.
“Se ha
descubierto que en la evolución del cerebro humano creció una zona, el lóbulo
frontal, que es mayor que en otros animales y organiza sus funciones. Ese
director de orquesta es la sede de la inteligencia ejecutiva. Pero esa
capacidad la adquiere el niño mediante la educación. Es como la facultad del
lenguaje: todos nacemos con esa facultad, pero si nadie nos habla, no
hablaremos nunca. La educación es la que define las estructuras cerebrales”.
“No tener
en cuenta esta inteligencia ha sido un error. Todos los niños nacen con su
atención centrada en lo que les gusta, impulsivos y caprichosos, y deben
aprender a controlar sus impulsos. Ahora lo hacemos mal y por ello tenemos
un porcentaje muy alto de trastornos de atención. Son fallos en su inteligencia
ejecutiva. Hoy tienen demasiados estímulos y esa sobreestimulación, sin una
inteligencia ejecutiva, hace fallar el conjunto. Son niños que reaccionan
rápido, pero luego no recuerdan nada”.
“Ya sabemos
que las nuevas tecnologías conllevan una nueva gestión de la memoria y la
atención. Los niños son hábiles para hacer multitareas, pero el canal que lleva
toda esa información a la memoria a largo plazo no se amplía y queda en un
corto plazo que sirve para poco. Hay que luchar contra la idea de que todo está
en internet y no es preciso memorizar. Enseñarles a discernir lo que deben
recordar y lo que hay que saber buscar. No se trata de sobrecargar la memoria, sino
de recuperar lo aprendido. Los neurólogos han visto que lo que distingue a
unas personas de otras es su capacidad de activar la memoria necesaria en ese
momento. Sin embargo, las asignaturas en el sistema educativo son estancas,
no hay transferencia de esa memoria de trabajo, una función fundamental”.
“[Las
ocho funciones de la inteligencia ejecutiva:] el control de impulsos, centrar
la atención, la gestión emocional, tener metas lejanas, ser capaz de iniciar la
acción y perseverar en ella, tener flexibilidad mental, la memoria de trabajo y
la llamada metacognición, que es la reflexión interior sobre cómo pensamos”.
“Empieza a
adquirirlas desde los seis meses. Ya entonces debe empezarse a fijar límites. Los
20 meses son importantes a nivel neurológico: es cuando se establecen enlaces
entre lóbulo frontal y los centros emocionales y las últimas investigaciones
indican que un entorno educativo favorece cómo se crean estas vías, que acaban
de madurar en la adolescencia. Ahora se ha comprobado que esos lóbulos
frontales retrasan esa maduración a los 20 años, y se debe a que no estamos
educando a los hijos en la responsabilidad. Luego la educación está en el
núcleo duro de la formación física del cerebro. Por ello es importante
enlazarla con la neurociencia. Hay muchos problemas mentales relacionados con
el mal desarrollo de las funciones ejecutivas”.
“La
plasticidad del cerebro humano dura toda la vida, con distintas intensidades. Las
nuevas técnicas de exploración del cerebro han comprobado que las terapias
cambian la estructura del cerebro. Pero es mejor educar que reeducar”.
“Tanto el
déficit de atención como la hiperactividad son trastornos de funciones
ejecutivas mal desarrolladas. Hemos tenido generaciones de niños caprichosos
porque se creía que poner límites era malo. Un error. Ahora hay más
hiperactivos, entre el 10 y el 12% de la población escolar. Ahí se incluyen
trastornos biológicos, que deben tratarse con anfetaminas, y los de atención, que
requieren métodos como las autoinstrucciones”.
“[De
mayores serán] Muy vulnerables porque no aprenden a soportar la frustración.
Vivirán sólo el presente y tendrán más dependencias porque cuanto más débil sea
su estructura ejecutiva, más se agarrarán a algo que les organice la vida. Si a
ello se une la falta de empatía por el dolor ajeno, el 50% serán agresivos. Es
un problema que se agrava en Secundaria. El recorte de fondos en educación no
ayuda. Éste es un buen momento teórico y malo práctico”.
“[Los
padres] Hay un 10% de negligentes, otro 30% de excesivamente permisivos y un 20%
de autoritarios. Los de mejor nota son los afectivos y exigentes, el
otro 40%. Pero muchos no saben hacerlo mejor. Por eso triunfa la Universidad de Padres.
Además, no son los únicos responsables. El entorno cuenta y es importante
influir también en él”.
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