En 1967 un profesor californiano se vio sorpendido por la pregunta de una alumna de enseñanza secundaria. ¿Cómo pudieron los alemanes ser comprensivos con el nazismo? ¿Por qué no hicieron nada? El profesor ideo un sistema para hacerles comprender lo fácil que es entregarse a un sistema autoritario. Convirtió su clase de historia en un grupo que se fue organizando en torno a ideas como la comunidad, la disciplina. Lo cohesionó fuertemente en torno a un lema -la ola- y comenzó a organizarse con normas y acciones que trascendían fuera del aula. El experimento tuvo tal éxito que el profesor tuvo darle fin antes de que llegase demasiado lejos.
La experiencia quedó recogida en una película para televisión. Un corto de 1981 que puede bajarse de aquí.
Hace unas semanas una productora alemana ha lanzado una versión actualizada que desde mi punto de vista fracasa en el intento de mostrar cómo podría hoy hacer que los jóvenes se adhiriesen a un movimiento totalitario. Y lo hace porque no es capaz de someter a crítica la idea de que un grupo humano pueda ser sujeto de experimentación sin previo aviso y porque no es capaz de prever por donde podría venir hoy la persuasión autoritaria. El resultado es muy pobre.
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