Recibo un examen en el que cada letra, cada rasgo sobre la superficie casi desgarrada del papel ha requerido un esfuerzo enorme. Todo en él son señales que como no soy grafólogo ni psicólogo no me atrevo a interpretar, pero que indican un caso especial.
Para llegar hasta aquí ha tenido que pasar por distintos niveles y en todos se ha dado un empujoncito hacia arriba, como el que yo mismo he de dar en este momento.
Lo corrijo con gran incomodidad. Nadie me ve, nadie es testigo de mi propio esfuerzo ante el examen. En el examen hay un tema que exige un amplio desarrollo, cuatro preguntas de contestación corta y dos más larga. Las repuestas cortas no están mal. Hay una inteligencia detrás que comprende y pugna, El tema no está desarrollado, exige un esfuerzo extraordinario. Busco el medio para que la suma de notas llegue al aprobado. ¿Quién soy yo para interrumpir un proceso que tantos han ido apoyando?
lunes, 21 de junio de 2010
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