Quizá nuestras autoridades educativas, tan atareadas en imponer leyes, debieran pasarse por el teatro Goya y echar un vistazo a la obra de Alan Bennett, Els nois d'història, que Josep María Pou pone en cartel. No es que les vayan a resolver algún dilema, porque creo que de eso no tienen. Sus confusas ideas las tienen claras. Pero al menos aprenderán algo de historia y se echarán unas risas, si es que pueden salir de su insondable amargura.
Aprenderán por ejemplo que hubo una vez profesores que amaban a sus alumnos y les enseñaban la danza de la vida: poemas, canciones, historias de batallas, esgrima dialéctica, los retorcidos cuentos morales, y que a estos les gustaban tanto las clases que, aún sin valorar la memoria, salían de la escuela llenos de saberes.
También aprenderán que profesores más recientes siguiendo la conseja llenaron a sus alumnos de datos y fechas, luego de procedimientos, después atendieron, con un estrés que a punto estuvo de dar con ellos en el manicomio, a la diversidad para acabar en una confusión tal que no saben qué tienen que hacer en el aula, si enseñar, educar o poner firmes a quienes se burlan de ellos.
miércoles, 26 de noviembre de 2008
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