La clave para la creación de un modelo más sostenible, y que no genere tanto desempleo cuando la economía va mal, reside en una mejora del sistema educativo español, y esto es algo que tardará un tiempo en hacerse y una década en notarse.Reciclemos estos datos.
La proporción de estudiantes que no terminan la ESO (2007), es del 30,8%, el doble de la media europea. Los jóvenes encontraban un trabajo en la construcción o el turismo sin necesidad de haber finalizado los estudios.
Sólo el 61% de los jóvenes entre 20 y 24 años (2207) tenía un nivel de formación al menos de enseñanza secundaria superior, seis puntos menos que en el año 2000 y muy por debajo del promedio europeo (78%).
Menos de uno entre 20 jóvenes de 15 años alcanza un conocimiento elevado en ciencias -como en México y Turquía-, frente a casi uno entre cinco en Finlandia, donde, por cierto, hay muy pocos colegios privados. Y en lectura, sólo el 1,8% de los jóvenes españoles de 15 años alcanza el nivel alto, lo que supone el peor resultado después de México.
Los universitarios españoles entran el mercado laboral con 24 años o más (21-22 en Reino Unido). Y el 22% de los mismos ocupa un empleo de nivel de calificación inferior al título obtenido, frente al 13,2% de los países de la OCDE. Y no hay ninguna universidad española entre las primeras 150 de la lista de la Universidad Jiao Tomg de Shanghai.
Como vienen repitiendo los expertos y los profesionales,
no se puede aprender si el profesor no recibe ninguna consideración por parte del alumno ni de su familia, y si el sistema además lo deja desprotegido ante cualquier abuso.
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