miércoles, 23 de septiembre de 2009

Cosas muy básicas que pueden producir maravillas

Para Richard Nisbett, Doctor en Psicología Social por la Universidad de Columbia en educación se pueden conseguir muchas cosas con no mucho esfuerzo:
Hay cosas muy básicas que pueden producir maravillas como, por ejemplo, algo tan obvio como mejorar la capacidad de los profesores para enseñar. Los maestros de Estados Unidos se quejan sin parar de que, por paradójico que resulte, no les han enseñado a dar clase, y de que llegan a las escuelas sin haber adquirido experiencia práctica previa. También es muy importante ser más exigentes con ellos. Si cada año se pudiera eliminar del sistema al 2% de los profesores que peor lo hacen, el sistema educativo experimentaría una revolución en apenas una década.

En educación se pueden obtener resultados espectaculares sin grandes actuaciones. Eso es particularmente importante en el caso de la educación primaria y secundaria, que tienen lugar en la época de la vida más decisiva para el desarrollo de la inteligencia. Solucionar los problemas de un tercio de los estudiantes -los que obtienen peores resultados- apenas costaría entre 75.000 y 10.0000 millones de dólares [de 50.000 a 70.000 millones de euros]. Sólo en rescatar a la aseguradora AIG el Estado se ha gastado por ahora 175.000 millones. 
¿Cómo se puede desarrollar un sistema educativo en un país como España en el que el 10% de la población corresponde a inmigrantes recién llegados?
Normalmente, hasta la tercera generación, los inmigrantes no tienen un coeficiente intelectual similar al de los autóctonos. El problema es particularmente grave en el caso de la segunda generación. Por ejemplo, los hijos de inmigrantes italianos en Estados Unidos tenían, a principios del siglo XX, un coeficiente intelectual medio un 15% inferior a la media. Literalmente, los miembros de cada nueva oleada de inmigrantes siempre han sido considerados idiotas. A finales del siglo XIX en Estados Unidos los escoceses eran el blanco de las burlas. Luego llegaron los polacos y, con ellos, los chistes de polacos. Cuando los suecos se trasladaron a Minnesota los recibieron con el mote de los suecos bobos.

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