miércoles, 30 de septiembre de 2009

Ls clase de nada

El escritor Eduardo Soto acudió al colegio público El Carmen de Cuenca para matricular a su hijo en segundo de Primaria. Inscribió al niño en Alternativa -dos horas lectivas a la semana- y preguntó a la jefa de estudios: "¿Qué va a hacer mi hijo durante estas dos horas?". "Nada", fue la respuesta. El padre quiso saber más, pero la profesora le cortó: "No podemos hablarles de ninguna cultura religiosa, ni repasar asignaturas, ni abordar actividades que supongan un refuerzo académico porque lo prohíbe la ley. Por eso no hacemos nada. Lo ha decidido el claustro para evitar problemas".
- ¿Y entonces qué hacen?
- Jugamos al parchís.

Antes se llamaba Alternativa a la Religión (ARE), ahora según la Ley Orgánica de Educación (LOE) de 2006 debería denominarse Atención Educativa Debida. Es una clase en la que el profesor ha de estar con los alumnos que no quieren hacer clase de religión, que no es evaluable y que no debe presentar contenidos  (ningún asunto relacionado con el currículo escolar) que puedan verse como competencia de religión. Los profesores se las ingenian para llenar ese hueco, desde jugar al parchís o a los barcos hasta aprender Conocimiento del Medio, pasando por cante y baile local, técnicas de inteligencia emocional o hacer los deberes en silencio.
Todo ello gracias al acuerdo del gobierno con una institución privada, extranjera y cuya razón de existencia es preparar el camino para un más allá indemostrable, la Santa Sede (u otras instituciones dedicadas  a la superstición).

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