Trabajo para el Ministerio de Educación desde hace 23 años, otros pocos más mi marido. Cuando opositamos y conseguimos nuestra plaza estábamos llenos de ilusión, y por qué no, de orgullo. Pensábamos que nuestra aportación a la sociedad sería transmitir aquello de lo que sabíamos algo. Creíamos que nuestro trabajo recibiría a cambio un reconocimiento moral por parte de la comunidad. Lo creímos durante mucho tiempo. Y seguimos ofreciendo cada día con ilusión aquellos conocimientos que a nuestro entender pueden hacer crecer a las personas.CARMEN PITA - Gijón, Asturias - 03/11/2009
Pero aparentemente la sociedad actual no opina lo mismo. Y creen que lo que hacemos los profesores no sirve apenas para nada. Bueno, para mantener a sus hijos atendidos unas horas al día, tal vez para criticarlos, para no admitir ni entender que el conocimiento intelectual es una semilla que fructifica en personas más maduras, más preparadas y, por tanto, más capaces de mejorar el mundo que les tocará vivir. Y nos es tan difícil transmitir que una persona que aprende a conseguir algo con un poco de esfuerzo va a poder utilizar esa capacidad en los retos que la vida le presente, que a veces hay que invertir más tiempo para conseguir la recompensa, en la forma que sea. ¡Da pena que, con tantas oportunidades como la sociedad ofrece, tantos y tantos alumnos las desaprovechen! Enhorabuena a los que sí lo entienden. Los profesores trabajamos para ellos.
martes, 3 de noviembre de 2009
Redundancia, cansancio, melancolía...
Esta carta, este estado de ánimo,
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario