Parados, pensionistas, dependientes, funcionarios, he ahí la cara visible del drama de la crisis. Colectivos que no tienen quien los defienda. Los tres primeros, colectivos pasivos por quienes no hay más que una inquietud retórica. Los funcionarios, en activo, pero con muy mala prensa, porque arrastran la mala imagen de absentistas, burócratas, vagos, con vacaciones excesivas. Hablar de grupos tan amplios sirve para descargar el cabreo general, para buscar culpables. Se deplora la situación de los tres primeros grupos; nadie suelta una lagrimita por la fuerte reducción salarial del cuarto. En muchos países se hacen ajustes; en ninguno se reduce el salario, la congelación parece suficiente.
Ahora hay que añadir el espectáculo de las rectificaciones. El gobierno rectifica continuamente a la menor presión, ante el nacionalismo con respecto al Estatuto, ante los alcaldes con respecto a la restricción del crédito, ante los ayuntamientos. Con los funcionarios no hace falta ninguna rectificación. Han convertido a los funcionarios en chivo expiatorio; ahora al ningunearles se les humilla. Policías, soldados, médicos, enfermeras, maestros, jueces.
miércoles, 26 de mayo de 2010
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