No sólo tenemos un grave problema económico y un grave problema institucional, también tenemos un problema con la credibilidad de los políticos. Todos ellos grandes defensores de la escuela pública, todos ellos grandes defensores de la sanidad privada. Pero, ¿cuántos políticos llevan a sus hijos a la escuela privada? Ahora es el rey Juan Carlos, de quién lo único que se espera es que pase por este mundo, el de la política y el de la vida, lo más desapercibido que sea posible. Ese es el papel por el que se le paga, ese es el papel por el que se le privilegia. Se le opera en el área privada del Clínico de Barcelona. Utiliza los grandes medios que el Estado pone a disposición de la sanidad pública, pero en un área privada en el interior de un espacio público. Las ubres, los grandes medios del Estado, públicas; la comodidad de los servicios, privada.
Está bien que así sea, es otro de sus privilegios que se le concede, pero que se calle.
Dice o le hacen decir a Juan Carlos de Borbón:
"Me encuentro muy bien. Quiero dar las gracias a todo el mundo. Todos los españoles tienen que estar orgullosos de la sanidad pública que tenemos, tanto de Cataluña como de Madrid".
El resto de los españoles se hacina en los pasillos de las urgencias hospitalarias, espera meses y años a que se les atienda. ¡Por qué no te callas!
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