Lo dice este crítico anglófono de origen argentino -escribe en inglés y luego lo pasa al español-, Alberto Manguell, a quien no gusta demasiado el discurrir actual de la política francesa:
El Ministerio de Identidad Nacional y de Inmigración lo hubiese podido crear Goebbels, dice con evidente exageración. Eso sí, sin renunciar a su cómoda vida en la pequeña aldea cerca de Poitiers donde vive y donde ha acondicionado un antiguo presbiterio del siglo XII como biblioteca particular con 35.000 volúmenes. Desde tu torre medieval, ajeno a las incomodidades del siglo -allí no va a instalarse ningún campamento de gitanos rumanos- puede mirar con magnanimidad y templanza los grandes asuntos:
"Vivimos en una época en la que valores como brevedad, superficialidad, rapidez y simpleza son absolutos. Nunca lo habían sido. Los valores que desarrollaron nuestra sociedad fueron los de la dificultad (para aprender a sobrellevar los problemas), la lentitud (para reflexionar y no actuar impulsivamente) y la profundidad (para saber adentrarse en un problema). Si se prescinde de esos valores se obtienen reacciones banales fácilmente manipulables".
"Nos define como especie el poder de reflexionar y de imaginar. Estamos convirtiendo las escuelas en centros de adiestramiento. Han dejado de ser sitios en los que la imaginación se desarrolla gratuitamente, por ninguna otra razón que para desarrollarla, y exigimos que la educación rinda cuentas. La ministra francesa de Finanzas lo dejó claro: hay que pensar menos y trabajar más. Se trata de crear esclavos consumidores: nadie que piense dos minutos compra unos jeans rasgados por 300 euros".
"Se desprecia la inteligencia de la gente diciendo que es incapaz de enfrentarse a un libro complejo. El resultado es que en EE UU muchos autores literarios solo publican en sellos universitarios". "Lo que sucede en literatura no está separado de la política o la economía. Seguimos el modelo del supermercado: objetos de consumo muchas veces inútiles y desechables. Es peligroso buscar valores ahí porque se eliminan los niveles de lectura de una verdadera obra de arte. Dicen: quedémonos en la superficie de las cosas, admiremos la elegancia de un uniforme militar".
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