martes, 9 de noviembre de 2010

¿A qué se debe el fracaso escolar?

¿A qué se debe el fracaso escolar?

Daniel López Marijuán es Jefe del Departamento de Biología y Geología del  I.E.S. Bahía de Cádiz.
La pedagogía es una herramienta indispensable para ganar la atención de los alumnos y conseguir resultados en el aprendizaje; pero se trata de una técnica y un arte, no de una “ciencia de la educación”, como proclaman las antiguas escuelas de Magisterio. Lo positivo de la “filosofía” de la reforma educativa es la atención a una enseñanza individualizada y que abarque a toda la población escolar (enseñanza comprensiva). Lo peor: todo lo demás.
La relación profesor / alumno es todo menos democrática, no se trata de coleguear con el alumno sino de respetarlo y de exigir un esfuerzo de estudio, hoy en día ausente en la mayor parte de las aulas. Si toda la responsabilidad cae y recae en el profesor (como machaconamente repite el manifiesto “No es verdad”), es lógico que nos llevemos todos los palos y que la frustración e impotencia sean los efectos colaterales de esta sobreresponsabilidad. Un ejemplo de los delirios a que puede abocar esta aberrante concepción de los derechos de los alumnos es la posibilidad que se concede en el futuro reglamento de los centros de Secundaria de Andalucía a los alumnos de ¡3º de ESO! a dejar de asistir a clase.
La memoria es un ingrediente crucial del proceso de aprendizaje, como enfatizan todos los neurocientíficos. Si seguimos al pie de la letra las recomendaciones de J. Piaget , “todo cuanto enseñamos al niño impedimos que lo invente”, no nos extrañe que nuestros alumnos salgan (o permanezcan como) analfabetos científicos.
Los psicólogos se han adueñado de los boletines oficiales del Estado y autonómicos, y además han parido una jerga ininteligible y por ello irrefutable, apto sólo para iniciados. El problema surge cuando pocos se atreven (nos atrevemos)  a decir que el emperador está desnudo, sin atemorizarnos con que nos califiquen de reaccionarios, nostálgicos del pasado y otras cosas peores. Mariano F. Enguita, uno  de los popes a los que nos referimos, sociólogo en este caso, peroraba en Cuadernos de Pedagogía:
“El malestar docente en muchos es “mal hacer” y en alguno hasta “ma lser”. Se trata de un discurso circular y autista, pero cada vez más ruidoso”.
Sólo le faltó llamarnos malnacidos.
El igualitarismo a la baja es una injusticia, porque la escuela deja de ser un elemento de progreso intelectual y de mejora social. Son los alumnos que destacan los que están desatendidos y marginados: se aburren o se les hace la vida imposible. Del profesorado se reclama sólo la sumisión, el reclutamiento y la complicidad (volveremos a la división entre afectos y desafectos).

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