Los hechos ocurrieron a mediodía del pasado 18 de noviembre en el colegio público Federico García Lorca de Fuente Vaqueros (Granada). La madre del menor entró "violentamente" en la clase de su hijo en la que había dos profesoras y preguntó quién de ellas había dejado sin merienda al menor. Al responder una de las profesoras, ante unos 20 alumnos, la mujer la cogió del pelo, la empujó y la lanzó contra la pizarra. Esto le causó lesiones y una crisis de ansiedad.
La agresora, de iniciales E. C. F. y 23 años, tenía otra condena de un año de prisión por atentado a un guardia civil. El contexto y la forma en la que se llevó a cabo esta segunda agresión fueron determinantes para imponer la máxima pena, que pedía la fiscalía. La sentencia considera de extrema gravedad las circunstancias. Las partes recurrirán.
Este comentario en el periódico: Para que sirva de ejemplo,
En relación con el caso de la madre castigada a tres años de cárcel por agredir a la profesora de su hijo, leo estos días comentarios que propician la reflexión. Muchos de ellos, procedentes de la comunidad educativa, manifiestan con pasión su acuerdo con la condena, argumentando "que sirva de ejemplo" y "por haber atentado contra la autoridad del profesorado". Que es imprescindible atenerse a las normas en un colegio y que nadie, ni profesores ni alumnos, pueden ser impunemente agredidos, está fuera de toda duda. Que la pena tenga que ser de cárcel, tres años y para servir de ejemplo, es lo digno de reflexión. En un Estado de derecho uno paga por lo que hace, no para asumir la responsabilidad de reformar la conducta del resto de la sociedad, no existe el concepto de pena preventiva y menos el de responsabilidad individual por futura conducta colectiva. El "que sirva de escarmiento" es un concepto medieval e impropia su defensa en un entorno educativo. En cuanto a la autoridad en los centros, sí merece un debate, un nuevo pacto social en torno a qué definimos como tal y cómo se garantiza. Un debate del que deberemos ser todos responsables, desde la discusión, desde el acuerdo, desde la elaboración de nuevas normas. La conducta de esta madre merece un serio correctivo, pero la cárcel está para otro tipo de delitos, y algunos miembros de la sociedad tenemos otra idea de la autoridad, que no del poder, y su manera de protegerla sin recurrir a la prisión del que no la reconoce y para que otros sí lo hagan.
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