La consultora estadounidense McKinsey establece el lugar exacto de la educación en España: en la mitad de la tabla internacional, en la zona baja de los medianos, en el tercero de cinco escalones. Y lo que es peor, no ha conseguido mejorar, al menos, en la última década, es decir, que el sistema español no consigue salir de lo que se podría considerar un aprobado. En este examen, España obtiene un bien (de menor a mayor, se establecen cinco niveles: pobre, aceptable, bueno, muy bueno y excelente, estando en este último solo Finlandia).
El informe se titula Cómo los sistemas educativos que más mejoran continúan mejorando y ordena los sistemas con un índice de resultados (mezcla diferentes pruebas internacionales de conocimientos de los alumnos como PISA de la OCDE, TIMSS o PIRLS).
"En los primeros pasos se trata de dar estabilidad al sistema y reducir las diferencias entre aulas y escuelas, y se suele tratar de iniciativas muy centralizadas. Después, según van llegando los progresos, la máquina de mejora se desplaza a las prácticas de enseñanza. Esto, por su propia naturaleza, tiene mucho menos que ver con las decisiones centralizadas y se lleva a cabo principalmente por los profesores y las escuelas: se trata de convertir las escuelas en organizaciones de aprendizaje"
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