lunes, 23 de mayo de 2011

"El principio de comprensividad"

Los psicopedagogos se ponen nerviosos cuando se toman decisiones políticas al margen de su poder hasta ahora incontestado. Véase este párrafo de una tribuna de periódico a propósito de la promoción de la excelencia:
Querían quitarse de en medio a los peores, a los pendencieros, a los que no saben apreciar las esencias de una educación costosa que no aprovechan, añadiendo el convincente argumento de que los débiles académicamente entorpecen y frenan la fecunda enseñanza de una parte del colectivo profesoral, que ve cómo su promisoria semilla esparcida para todos no germina en un porcentaje significativo del alumnado, tierra infértil del sistema.
Teniendo una mínima decencia no es fácil presentare en sociedad razonando que una parte importante de los alumnos están genéticamente avocados al fracaso. Mucho menos puede apelarse a una distinción de origen entre quienes merecen dominar el mundo terrenal y los bienaventurados, pobres de espíritu, que serán preferidos en el otro mundo.
La conciencia de ser buena gente no puede admitir que se expulse del sistema a quienes teniendo derecho a estar escolarizados siguen una pobre trayectoria a lo largo de la escolaridad y se ven abocados al fracaso. Qué hacer con ellos es una pregunta cuya respuesta inquieta social y moralmente.

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