miércoles, 27 de enero de 2010

¿Son responsables los padres de lo que hacen sus hijos?

Los padres, las madres en especial, están angustiados por el qué y el cómo del crecimiento de sus hijos. ¿Hasta qué punto son responsables, incluso de lo que hacen cuando están lejos de casa? ¿Realmente los hijos imitan a los padres, son un modelo fiable los padres, son una influencia decisiva para sus hijos? De creer a Judith Rich Harris (1938) (El mito de la educación, 1999 Grijalbo), la influencia de los padres en el comportamiento de sus hijos fuera del hogar familiar es nula.
Entonces, ¿quién o qué influye en la personalidad de los niños cuando se encuentran fuera de la influencia del hogar familiar?, “sus coetáneos”, es decir amigos, conocidos y saludados de su misma generación.

De acuerdo a mi teoría, hay dos elementos que modelan la personalidad de los niños a largo plazo: los genes que heredan de sus padres y sus experiencias fuera del hogar. Los niños se parecen algo a sus padres en personalidad, habilidades y actitud, pero eso se debe básicamente a la herencia, es decir a la influencia genética en esos rasgos. Así que, con el objetivo de confirmar o refutar mi teoría, las investigaciones deberían poder controlar o descartar de la ecuación esas influencias genéticas. Cuando eso se consigue, los resultados han coincidido en general con mi teoría. Por ejemplo, algunos investigadores de los EE UU han estudiado cómo los niños pequeños adquieren el autocontrol que necesitan para comportarse correctamente en la escuela. Cuando los investigadores se centraron en la influencia de los genes en el comportamiento de los niños, encontraron que las enseñanzas de los padres no tenían ningún impacto en cómo se comportaban aquellos en la escuela. Lo que sí influía era cómo se comportaban en clase el resto de los niños.

Al afirmar que los niños no son bolas de plastilina modeladas por sus padres, Steven Pinker y yo misma estamos desafiando algunas convicciones ampliamente compartidas. Muchos psicólogos del desarrollo han dedicado toda su carrera profesional a la tarea de demostrar cómo los padres modelan a sus hijos y aquí estoy yo, que ni siquiera pertenezco a la aristocracia académica, diciéndoles: “Déjalo ya, tus investigaciones tienen muchos puntos débiles y no demuestran nada de lo que tú crees”.

¿Por qué se culpa tanto a los padres? Algunos de los procesos mentales que controlan nuestro comportamiento social son inconscientes: los niños no son conscientes de ellos mientras suceden y no los recuerdan posteriormente, pero sí recuerdan a sus padres. En segundo lugar, la gente infravalora la influencia de los genes. Ven que los bebés tienen una personalidad determinada desde muy pequeños (son audaces o miedosos, por ejemplo), así que atribuyen esos rasgos a algo que supuestamente les pasó cuando eran incluso más pequeños. ¿Y quién estaba a su lado cuando eran muy, muy pequeños? Sus padres, por supuesto.


Debería culparse menos a los padres y poner más énfasis en dos cosas que yo creo que son muy importantes para los niños: la escuela y la estabilidad. Es perjudicial para los niños moverlos demasiado, de un barrio a otro o de una escuela a otra. El divorcio es en buena parte malo para los niños porque destroza la estabilidad de sus vidas fuera de la familia. 


¿Y el maltrato, niños maltratados serán en el futuro maltratadores? Los niños se comportan de forma diferente en entornos diferentes. Un niño que se porta mal en casa puede portarse bien en el colegio, o viceversa. Así que un estudio que investigue los efectos del maltrato centrándose sólo en cómo se comporta ese niño en casa, o que sólo le pregunte a sus padres, no es informativo. Los pocos estudios que se han fijado en cómo se comportan los niños fuera de su casa, de acuerdo a lo que dicen por ejemplo sus profesores, sugieren que el hecho de ser maltratado no tiene ningún efecto en cómo se comporta el niño en la escuela.

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